viernes, 27 de junio de 2008

The Wall Parte II




Hace unos meses atrás empecé la titánica tarea de darle una forma literaria a todos esos sentimientos encontrados que llegaron a mi mente, producto de escuchar uno de los mejores discos de la historia como es "The Wall" de Pink Floyd de 1979.

Después de haber dado los primeros pasos escribiendo la reseña del primer disco y habiendo redactado las líneas de la apertura del segundo, es momento de darle rienda suelta al lunático que ahora vive detrás de los ladrillos del olvido y la realidad, lugares que son ajenos a la existencia de uno y donde uno es ajeno a las leyes que gobiernan a ambos.

Partimos desde la pieza que marcada por la soledad, nos grafica de manera eficaz lo que es el aislamiento en el cual nuestro personaje se encuentra. La petición de auxilio y el clamor por encontrar a alguien más detrás de la muralla se traduce en un grito que es infinito y sin embargo, la respuesta es nula, silente y dolorosa. A pesar de expresar verdades que podriamos decir a otro ser humano en busca de una mano caritativa, "Hey You" es talvés para mí, la pieza perfecta para iniciar este segundo segmento. Uno siente la miseria y el destierro al cual nos hemos visto forzados. Uno siente el tormento en medio de la noche y no hay una sola luz de ayuda que nos guíe en este momento tan crudo. Seguimos clamando realidades, terminamos aceptándolas e intentamos una vez más llamar la atención del mundo del cual necesitamos tanto. Al final, sólo existe una de las frases que tiramos al ruedo para que al menos eso no se pierda: TOGETHER WE STAND, DIVIDED WE FALL.

"Is There Anybody Out There?" es la vida solitaria que lleva nuestro protagonista, apoyado a la frialdad de la barrera que divide nuestra realidad de la realidad de todos los demás. Apoyados en una excelente pieza de guitarra, encontramos extrañamente cómoda esta nueva situación a la que estamos expuestos.

Cuando todo está perdido, es inevitable pensar en aquello que alguna vez nos fue útil o fue de nuestro dominio. Sentados en algún diván, en alguna mesedora o tal vez echados en una cama podemos dejar que nuestra mente, a la par que nos recuerda todos los momentos del pasado, nos lleve a los rápidos de la tristeza y finalmente a la catarata de la realidad; y sumergidos en velocidades inconcebibles para cualquier ser humano, tocamos el fondo en donde no vemos ni al ser amado, ni a nuestros amigos más cercanos ni al más mínimo indicio de que allí pudiese existir vida alguna. Con todas nuestras pertenencias, somos concientes que, según la letra de "Nobody Home", el pasado es irrecuperable... Que al momento de llamar no habrá respuesta y que asi crucemos la línea telefónica, esa persona no estará allí.

Es entonces momento de llegar a una triada importante de canciones que marcan la mitad del segundo segmento. Estas piezas juntas han de estar siempre y separadas no producen el efecto que Roger busca en las mentes del común de los mortales. "Vera" es el recuerdo de quien en esos años, dio esperanzas a tantas familias británicas colapsadas por los constantes bombardeos de un Londres sumergido en las llamas... Un Londres que no conocía de la noche por tener dos soles: el natural de día y el artificial producto de la combinación de todos los incendios por la noche. Es esta dama de voz singular que, traída a nuestra memoria, nos cantaba una pieza conocida como "We will meet again" y que ahora carece de sentido en la realidad de nuestro personaje. No existe el encuentro al final, sino la desesperanza crece y crece sin parar. Ante el recuerdo de su padre caído en combate, emerge como un grito de guerra de la gente, las poderosas notas y versos de "Bring The Boys Back Home", una canción que nos recuerda que los niños huérfanos son el más triste resultado que uan guerra nos pueda ofrecer... Niños huérfanos y sin un futuro.

El final es inevitable... Ya no hay respuesta para el exterior... La única manera de llegar a uno es en oleadas y oleadas de ideas o pensamientos, aunque de momento, estos intentos también son infructuosos. Es precisamente aquí cuando el diálogo entre Roger Waters y David Gilmour nos da una de las mejores canciones del disco y de la historia: "Comfortably Numb", cuando un doctor en medio de una reanimación llama a la conciencia a un personaje que ya ni caso hace al moviemiento de labios de quienes lo rodean. Excelente pieza que no podría existir sin la dualidad vocal presente, sin la guitarra de David Gilmour y sin el llamado profundo que hace un Roger Waters como doctor en medio de la necesidad de que nuestro protagonista se ponga nuevamente en pie para seguir con el show.

Es precisamente entonces el nombre que llevará la próxima canción. "The Show Must Go On" ya nos presenta la voz en la conciencia adormecida de un Pink Floyd (persona) recién "rescatado" del limbo donde se encontraba. Una melodía interesante que nos presenta el segundo y último bloque de esta gran obra.

Cuando tengamos entonces nuevamente fuerzas para sentir la ovación del público, podremos entonces dirigirnos sin temor a una multitud enardecida que espera con ansias poder presenciar la grandeza de una de las mejores bandas sobre la faz de la tierra. Entonces empiezan los acordes y los golpes de la batería de "In The Flesh", himno que por sobretodas las cosas marca el inicio de un gran, gran espectáculo. Se hacen presentes los conflictos internos de nuestra estrella y su desición final sobre todos ellos, si es que de él dependiera su resolución.

Y si es que eres uno de aquellos proscritos por el nuevo orden tenor de la obra, será mejor que corras, porque no habrá lugar donde esconderse, mascara que nos salve o disfraz que oculte las facciones por las cuales eres señalado. Es aquí donde nuestro protagonista sigue creciendo en personalidad y caracter, donde decide más allá de la música, donde las normas rigen ya no sólo una canción sino toda una realidad. "Run Like Hell" es la verdad sobre los perseguidos y su destino a manos del martillo.

"Waiting For The Worms" es la etapa final de crecimiento magnánimo de Pink Floyd personaje, dentro de nuestra obra. Alienta a las masas que lo siguen a recorrer Londres en busca de las clases que han malogrado al Reino Unido para depurar de una vez por todas a la patria en aras de un mejor futuro o un futuro basado en las conveniencias y necesidades de nuestro personaje. La gente pide al martillo, símbolo del nuevo orden cada vez mas fuerte y los gritos ahogados de nuestro protagonistas se pierden en un mar de voces que al unísono piden el golpe final de las reglas que ahora los rigen... Es aquí cuando en medio del conglomerado simfónico, detiene Pink a todos y destrozado por lo que ha creado, pide abandonar todo el proyecto: Salir del muro, salir de este estado, terminar toda esta farza... ¿Podrá el salir del mundo que el mismo ha creado? Antes debe ser juzgado...

"The Trial" es la síntesis de la obra donde a vista de un poderoso juez, es denunciado nuestro personaje, primero apareciendo como testigos el profesor de su infancia, luego la esposa que lo dejó y finalmente la madre que pide clemencia por su niño, perdido entre las olas del dolor, la desesperación, el aislamiento, la culpa y la locura. Cada uno alega los distintos momentos y defectos que tuvo un Pink Floyd ya convencido de su pérdida de cordura. Clama nuestro personaje estar loco y no hay nada que lo pueda evitar. La evidencia es clara y el juez dicta la sentencia: No más muro para Pink Floyd. Y esto será ahora el grito desmedido de las masas que lo esperan afuera: ¡TIREN EL MURO! ¡TIREN EL MURO!

Al final, la destrucción de esta muralla deja al descubierto a la gente que hemos querido... Deja al descubierto a nuestros amigos, a nuestra familia y ¿porque no? al amor de nuestra vida. Pero todos ellos ya se van de ahi según "Outside The Wall", porque es realmente duro y difícil golpear tu corazón contra los ladrillos de un loco que se perdió por su propia cuenta.

Una obra maestra, un despliegue increíble, una temática que va más alla de nuestra propia comprensión, es "The Wall" el inicio de la vida de muchos y el resumen de la vida de otros. ¿Qué sigue? Tu propia vida....