viernes, 23 de enero de 2009
There's a solution for everything, isn't it?
Siempre he creído que todo tiene solución. No pregunten porque puedo afirmar con tanta severidad esta idea, sólo lo sé. Y tendré 22 años pero es mi sentir en esta corta vida. No hubo ni habrá problema alguno que no tenga solución... ¿O sí?
Esta repentina idea llegó a mi mente mientras miraba una extraordinaria película como es "The Curious Case Of Benjamin Button". Aquí el dilema sin respuesta es sencillo: En vez de envejecer, hacerse cada día más joven y así, llevar a cuestas todas las responsabilidades que esta peculiaridad trae consigo.
Y es que la verdad, no es que las cosas me hayan resultado fáciles, porque no fue así. Es simplemente el punto de vista optimista que lo embarga a uno en momentos de necesidad y angustia. Es simplemente el querer ver la luz así todo sea oscuridad. Probablemente haya gente que no lo entienda y no espero que sea esto un dogma universal, pero piensenlo sólo un instante.
Hay dos pilares en los cuales se basa esta gran realidad que vivo día a día. El primero es mi fe que espero crezca con cada hora que pasa y el segundo, es el conocerme a mi mismo en cada instante y así observar, recapitular y no cometer de nuevo errores que marcan hitos en la historia de mi propia conciencia.
Damas y caballeros, no hay mal que por bien no venga y no hay problema que no tenga solución. ¿Y qué hacer en los días en los que la tormenta cae al pie de nuestro pórtico y no podamos hacer nada al respecto? Dejenlo en manos de Dios y recen porque, no será de ustedes la decisión, sino del bien más supremo que se haya visto sobre la faz de la tierra.
¿Por qué no abandonarse en ese barco que sólo los llevará a un puerto amigo, a un puerto seguro? Piénsenlo.
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