viernes, 23 de enero de 2009

Breve cuento (Escrito sin motivo aparente bajo banda sonora de paz)


Caminaba por un sendero cerca a la casa de verano que teníamos junto al mar. Caminaba y sólo sentía los rayos del sol dándole la bienvenida al día, lejos de las inquietudes que la noche trae bajo su velo. Caminaba sobre la arena que yacía como una alfombra debajo de mis pies y casi cerrando los ojos, me dejaba llevar por todos aquellos sonidos que traen consigo las olas que golpean las costas de una nación olvidada.

Caminaba y ya no era tan cercana la sensación mía junto al suelo y la arena parecía cada vez más distante, mientras iba dirigido rumbo al mar que todo lo sabe, que todo se lleva, que todo se queda y donde todos acabamos mirando el futuro, esperando que el sol se oculte para salir y remontarse sobre las brisas del litoral al día siguiente.

Y ya no veía mas que las rocas que son parte de una escena natural bajo las nubes ralas que bordean la silueta del verano bajo el sol. Y no siento más el cuerpo en el que me transporto y ya son vagas las ideas concretas de un mundo material y son más las ganas de volar y de ser uno con el aire que despega y sale en busca de las estrellas, fuera de la esfera a la cual estamos sometidos.

Y mis ojos ya no son pequeñas ventanas al mundo, sino son parte de la atmósfera que los vio abrirse por primera vez. Y la piel que llevo simplemente deja de existir ante mi asombro que ya no es tal como el asombro de un ser humano, porque ahora me llevan los vientos, porque ahora no estoy partiendo, sino regresando la origen de donde todo comenzó y hacia donde nos dirigimos al final de las horas.

Y espero que al dar la vuelta se vayan alejando los rostros, las formas, los colores y sea sólo yo y la luz de las estrellas las que viajen conmigo y me acompañen a los confines más remotos de nuestro plano.

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